El carisma es el don del Espíritu Santo que Dios concede a Madre Petra para el bien de toda la Iglesia. Este regalo de Dios la lleva, por obra del mismo Espíritu, a configurarse, de manera suave y progresiva, con Cristo misericordioso.
Poco a poco se va identificando con el corazón de ese Jesús, lleno deinfinita bondad, que sale al encuentro de los pecadores, de los pobres y de todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Es una experiencia tan profunda y transformante que convierte a Madre Petra en testigo vivo y activo de la misma misericordia de Dios. Ella, al estilo de San Pablo, podría haber dicho también: “Ya no vivo yo, es Cristo misericordioso quien vive en mí”.
Su profunda identificación con Cristo bondadoso es lo que explica que toda la actividad apostólica de Madre Petra esté orientada a derramar sobre los demás la misericordia que ella misma ha recibido y experimentado de parte de Dios.
Un rasgo propio de su carisma, que caracteriza fuertemente la vida de Madre Petra, en todas sus dimensiones, es la ternura maternal. Su propia experiencia humana le ayudará también a valorar grandemente lo que significa el amor tierno, desinteresado y eficaz de una madre. Y, por vocación, se sentirá llamada a practicarlo con todos, especialmente con los desamparados que Dios pone en su camino.
Igualmente descubrirá que es voluntad de Dios que ese rasgo caracterice también a la Congregación fundada por ella, por lo que establecerá en la Constituciones que sus religiosas se llamarán Madres, para significar con este nombre que, atraídas por la caridad, han de ser, para los desamparados, lo que las madres son para sus hijos, por el amor natural.
La devoción a la Virgen María y a San José, como los seres que estuvieron más cerca de Jesús, y mejor encarnaron su mensaje de amor, es otro distintivo carismático de Madre Petra y de sus Hijas; pero hay que advertir que estas devociones no tienen sólo una expresión cultual, sino también vivencial. En efecto, los valores vividos por la Virgen María y San José —trato continuo con Jesús, confianza ilimitada en la Providencia de Dios, espíritu de servicio, humildad, sencillez, disponibilidad, delicadeza, alegría, fortaleza en las adversidades, laboriosidad, sentido de responsabilidad— son parte integrante del patrimonio humano y espiritual de la Congregación.