En nuestra residencia, el corazón de cada día late al ritmo de las tradiciones y de las pequeñas grandes cosas que dan sentido a la vida.
Hoy ha sido un día muy especial. En el taller de cocina, nuestros mayores se han puesto manos a la masa, reviviendo con ilusión y alegría una de las costumbres más queridas de nuestro pueblo: la elaboración del ponche y las magdalenas empolvadas.
Más que una actividad, ha sido un viaje a la memoria, a esos momentos compartidos en familia, al aroma de los hogares de antaño, al calor de las cocinas donde se transmitía el amor en forma de recetas.
Cada paso ha estado lleno de sonrisas, anécdotas y complicidad. Las manos que hoy amasan, muchas de ellas con décadas de historias, siguen dando ejemplo de saber, ternura y tradición.
En nuestra casa, creemos que mantener vivas nuestras raíces es también cuidar el alma. Y nada nos hace más felices que ver cómo nuestros mayores siguen siendo protagonistas activos de su día a día.